EL AMOR

Ya vimos antes sobre la voluntad. Ahora, volviendo a pensar: ¿De dónde viene toda la naturaleza, todo el universo, toda la Existencia, la biología, los animales, las plantas, el hombre? ¿Por qué tenemos ojos, manos, nariz? ¿Por qué las palomas tienen alas? ¿Por qué hay plantas con espinas? Nada viene de la nada, se sabe; todo viene de un querer, las palomas tienen alas porque querían volar para alcanzar los frutos de los árboles, etc. Esto es pues porque en un principio queríamos, y el querer es amor, y el amor es voluntad de bien, cosa positiva. Nuestras voluntades, la de todos los seres, contribuyen pues a la Existencia; por eso dice en la Biblia: “Porque en el vivimos, nos movemos y somos” Hechos 17:28, y cuando hacemos un acto de bondad, ahí está Dios.

Pero el amor no es el deseo material, no es instinto, es amor a los seres queridos, a la Patria, y aún al simple prójimo. En el subconsciente está ya el amor, que primero, se sabe, fue consciente, luego viene el amor espiritual de la razón.

Existen también las grandes voluntades: anhelos, que a veces ocupan todo el sentimiento y vida del hombre; el amor pues hace existir las cosas. Posiblemente los anhelos son voluntades no cumplidas, y entonces se forma en la mente del hombre una gran voluntad que hace esa gran fuerza.

El mayor placer, la mayor felicidad, está en el sentimiento, mientras más sentimental es el hombre, más pena tiene y luego sufre; empero en un mundo donde no haya maldad y entonces no haya dolor, es más feliz que el menos sentimental. El sentimiento está pues de acuerdo al sentir más dolor o más placer respecto el amor, o sea del espíritu. Sin sentimiento es como lo muerto, se reduce la vida y poco se sufre y también poco se goza. Así pues en el paraíso más gozará el sentimental porque allá ya no hay maldad ni dolor, hay amor, bondad y felicidad.

Este mundo en que vivimos es incierto, y da pena porque existe lo finito. Si se mira a un ser querido no es él sino el que fue por la velocidad finita de la luz; sólo vivimos sintiendo o viviendo el pasado, y pensando en esto da pena; luego pues en el otro mundo no habrá lo finito que pertenece a la materia, tampoco habrá maldad, será plena felicidad.

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