EL TEMOR DE JEHOVÁ

En la Biblia dice, en Proverbios 1.7: “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová, los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza”. Esto quiere decir que el que piensa ¿de dónde viene todo, de dónde viene el universo y de dónde viene la Existencia?, es que se preocupa, luego teme: porque el que no teme es que ya sabe, ya sabe todo, entonces nunca aprende si ya sabe todo, por eso el principio de la sabiduría es el temor de Jehová. Y en Romanos 3.18 dice: “No hay temor de Dios delante de sus ojos”, esto explica que no hace caso de la existencia de Dios, luego no le teme, no le respeta, es pues el ateo: “no lo veo, no existe”, no razona, sólo siente. También en Proverbios 14.2 dice: “El que camina en su rectitud teme a Jehová, mas el de caminos pervertidos lo menosprecia”, así el que es honrado, justo, teme a Jehová, pues respeta a Dios, considera su existencia; mas el que no considera la existencia de Jehová es el que hace perversidades, libre de la presencia de Dios menosprecia a Jehová. En Proverbios 14.16 dice: “El sabio teme y se aparta del mal, mas el insensato se muestra insolente y confiado” Recordemos la sentencia: “El sabio duda y el ignorante afirma”, esto explica que el sabio comprende la existencia de Dios y se aparta del mal, mas el ignorante, el insensato se muestra insolente pues ante Dios y confiado en pecar.

Y Dios hizo el universo y la Existencia: de la nada, nada viene……. Por eso el temor de Jehová es el temor a la Existencia. La vida no es para servirse y gozarla nomás, es para pensar. No es que ya se sabe todo y debemos explotar a la vida, al mundo, sino tenemos que descubrir más, investigar y guiarnos por el cuadro de la Existencia donde Dios es primero.

Y el temor de Jehová como dice en la Biblia no es tener miedo a Dios, sino respeto, consideración como a un padre se le respeta, y si se le teme no es por odio ¿acaso a nuestro padre le tenemos miedo por odio? Lo amamos y con gran fuerza, por ejemplo: a una niña su padre la dejó sola en su automóvil y se fue a hacer una diligencia en un mercado, la niña sola y abandonada de su padre, lloró en gran manera, y gritaba: - ¡papá, papá!- con angustia y miedo; era un gran sentimiento por estar abandonada por su padre, una gran pena porque quería mucho a su padre. Felizmente otro hombre que también estacionó su carro, quería calmarla, pero ella seguía llorando y su padre vino corriendo, y la niña se conformó con quejidos de consuelo y alegría.


(CONTINUARÁ)

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